domingo, 8 de noviembre de 2009




Entrevista a Joaquín Sabina en el diario argentino Clarín

¿Estabas agotado artísticamente?

Bueno, no se me ocurría una puta canción. Yo no sé hacer canciones porque sí, no trabajo. Las canciones vienen por inspiración. Y descubrí que no salía ninguna. Decidí aprovecharme de un amigo muy íntimo como es Benjamín: lo acababa de dejar su novia y estaba muy mal. Nos fuimos a Praga en plan de escribir a cuatro manos… Y en pocos días teníamos el núcleo duro del disco, siete u ocho canciones de absoluto desamor y absoluta rabia.
Es curioso. Siempre fuiste un cantautor que jugó con lo autobiográfico. Ahora tomás vidas prestadas…

Es que estoy profundamente aburrido. Mi vida actual no tiene demasiada noche, no hay adicciones. Vivo un período de razonable tranquilidad doméstica y eso seguramente conspira contra la capacidad de hacer canciones. Con Benjamín formamos una buena dupla… Es un loco, un obsesivo, un poeta rocker.
¿Por qué Praga?

Porque no me conoce nadie, porque es una ciudad recoleta, antigua y decadente.
¿No temías repetir con Prado la nefasta experiencia del disco en común con Fito Páez?

Más que experiencia nefasta… ¡la época fue nefasta! Con Fito ahora está todo bien pero fue difícil. Esa causa ya prescribió. En el caso de Benjamín… ¡el inmanejable es él!
A esta altura de tu carrera, ¿cuál es la necesidad de sacar discos si te sentís agotado artísticamente?

Creo que las giras… Esa es la necesidad. El cuerpo me pide carretera. Estoy más saludable -excepto cuando me tengo que enfrentar a la prensa- y el escenario se transformó en un lugar de excitación. Te diría además que no encuentro mejor excusa para ir a la Argentina y a México que las giras.
¿Maradona?

Siempre tendrá mi apoyo, él mismo lo dijo: no es gris… Los que se sorprenden… ¿qué esperaban de Diego?”
¿Te reflejaste en su caso?

Sí… Hay un momento en que es necesario levantar el pie del acelerador. Tengo muchos amigos muertos.
¿La gira con Serrat?

No podía hacerme el loco, tenía que portarme bien… Estaba tan asustado por defraudarlo que al final todo salió perfecto. Hemos quedado bien amigos. Hablamos todas las semanas.
¿Habrá una segunda parte?

Yo no sé si habrá una segunda parte. No fui el motor de la primera, ni lo seré si hay una segunda ocasión.
¿Piensas en la muerte, por la letra de Viudita de Clicquot?

A los cuarenta y diez naufragué en un Plus Ultra sin faro, Mi caballo volvió solo a casa, ¿qué fue de John Wayne?, Me pasé de la raya con tal de pasar por el aro, Con sesenta qué importa la talla de mis Calvin Klein”. No hay un día que no piense. Es terrible.
¿Sos feliz?

Una vez Rimbaud le preguntó eso mismo a un amigo. El amigo respondió que sí, que era feliz. Rimbaud le dijo: Oye… ¿cómo has podido caer tan bajo?
¿Entonces?

Pues no, no soy feliz… No al menos en los términos en los que se entiende la palabra felicidad